Justo al límite de la razón,
cabalga un jinete, luz fugaz,
sangre y fuego en el corazón,
persigue quimeras de agua y sal.
Signado por dioses que le dan
la premisa astral de renacer,
viaja en un alado corcel
por nubes blancas de numen van.
Dicen que los niños lo guardan
a la hora azul de ir a jugar,
hijo de la lágrima su cruz
florece con ellos al soñar.
Habla mil idioma, es una voz,
tiene mil colores, una piel,
mil canciones en una canción,
se mueve al compás de un corazón.
Más de mil hazañas, un perdón,
la selva, el asfalto, cerro y mar.
Bardo callejero la ilusión
por cuatro monedas o un millón.
No importan los años, uno o cien,
simple convicción de perdurar,
legar en el hijo la intención
por si te toca ir a descansar.
A volar jinete cielo en pos
la razón no debe limitar,
es tiempo de que vuelva a jugar,
hay un niño en mí que va con vos.
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